top of page
  • Foto del escritorAriana Malaga

Lima y el alquitrán

Cuando era joven

y todavía no había partido

prendíamos fuegos artificiales

a la entrada

de la casa de mi infancia

Cada Navidad.


La grava desierta

Arena encantada

Valses dorados con la Luna

Por una vez acompañada

Hechizos ancestrales

Estrellas olvidadas regresan

de sus cárceles de cobre al cielo

en estampidas salvajes

Caballos de fuego.

Un abrazos de humo final

Oscuridad


Todo comenzaba otra vez.


Podíamos estar ahí toda la noche

el concreto era cómodo como una nube

Se alzaba ligera hacia el escenario

inefable

inalcanzable

de los fuegos artificiales


A veces los caballos nos llevaban a nosotros también


Y es verdad

que el veinticinco

yo volvía a ser

ese niño taciturno que

no tenía demasiados amigos y

soñaba más tiempo

del que estaba despierto,

y todos los otros volvían

a los lugares extraños

que fueren

la mayoría del tiempo.

Pero cuando mirábamos

al cielo de nubes blanquecinas

soñábamos

aún juntos

con los fuegos artificiales.


Éramos los mismos ojos


Claro que, eventualmente,

dejé de ser taciturno

e incluso

un niño

Mis padres vendieron

La casa vieja frente a la pista del cielo

y yo me fui

a cruzar el mar

y buscar

las hormas de los zapatos de mis sueños

en bibliotecas arcanas.

Nunca volví

A casa en Navidad.

Nunca volví a verlos


Genuinamente no fue intencional.


O tal vez sí

tal vez sabía

en algún lugar de mis sueños

Un caballo perdido de la estampida

No lo sé

Solo sé que pospuse

Cruzar de vuelta el mar por Navidad

Lo más que pude.

Sé que fue una cobardía

y hasta probablemente cruel

Pero que mas puedo decir

Tuve razón en no hacerlo

al final.

Ya nadie tira

fuegos artificiales

Los caballos ya no galopan

Sobre las cabezas de nadie.

Ya a nadie

le importa la Luna

tremenda pérdida de espacio.

Las estrellas ya no brillan nunca

por entre sus barrotes de humo.


Y el cemento

de las calles

parece en la noche

alquitrán al que

iremos todos

a ahogarnos

y a que nos excaven

dentro de quince mil años y

recen las leyendas de los museos bajo nuestros huesos

"Los limeños eran gente

muy adulta

completamente ordinaria".







133 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page